Santiaguito el matarife

Mi hermana se casó con solo 15 años, aunque su novio era algo mayor, tendría los 18 recién cumplidos. Recuerdo que cuando su marido fue al cuartel, mi hermana le enviaba una carta diaria y me las daba a mí para que se las echase en correos camino de la escuela. Más de una vez se me olvido enviarlas y mi hermana las encontró entre mis libros.

No sé si fue antes o después de ir al cuartel cuando montaron una carnicería en el barrio de Sardina. Solo abrían los sábados, realmente era Santiaguito Alonso, el padre de mi cuñado, quien la atendía. Me pidieron que me encargase de la caja mientras él despachaba. Con apenas 10 años me pasaba las mañanas de los sábados aburrido como una ostra, pues el negocio no tenía mucho éxito. Los vecinos solían subir al pueblo y comprar en la recova, que es como en Gáldar llamamos al mercado municipal.

Durante esas horas muertas Santiaguito contaba sus historias de cuando era cocinero en el cuartel y de cómo se hizo matarife. Era un gran consumidor de carne y aborrecía la calabaza; según él, era lo mismo comérsela que restregársela en la barriga. Pese a los esfuerzos de Santiaguito pronto tuvieron que cerrar la carnicería.

Foto: El Gobernador Civil inaugurando el Matadero Municipal donde trabajó Santiaguito hasta su jubilación; también vivió en la casa anexa durante ese periodo.

Santiaguito el matarife - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez