Aprendiendo con las averías
A principios de los años 90 del pasado siglo, el sistema eléctrico de Lanzarote - Fuerteventura estaba interconectado por un cable submarino de 30 kilovoltios. Este cable era muy importante para apoyar el rápido crecimiento turístico de Lanzarote con la energía producida en Fuerteventura. Pero esta interconexión era muy débil y producía mucha inestabilidad en el sistema. Al tener dos transformadores en serie, se producían fenómenos muy especiales como el penduleo de potencia. Esto requirió actualizar los equipos de protecciones de distancia, para evitar las desconexiones intempestivas debidas a este fenómeno.
Los nuevos equipos, aparte de determinar en qué lugar de la línea se producía la avería, evitaban la desconexión por penduleo; pero siempre que el mismo fuera de corta duración y sin peligro para los generadores. Esta era la teoría, pero la realidad era que estos dichosos equipos se averiaban constantemente. Prácticamente todas las semanas teníamos que viajar a una de las dos islas, cargados de tarjetas y un ordenador portable, y digo bien —portable, no portátil—, porque para llevarlo sin problemas tenías que ser un alemán de dos metros.
Una vez que estaba en Lanzarote en la avería de uno de estos equipos, me llamó un compañero andaluz y me dijo con desparpajo:
—Quillo, estoy aquí en Fuerteventura, en la subestación de Corralejo, hay un equipo que dice relé de distancia y que tiene todas las luces encendidas, ¿esto es un derroche, no?
Ese día tuve que solucionar la avería de Lanzarote, regresar a Gran Canaria a buscar tarjetas y desplazarme a Corralejo.
La situación era tan insostenible que la dirección instó al fabricante a que nos diera una solución urgente; entonces se presentaron un técnico que venía desde Alemania y otro, con un perfil más comercial, desde Madrid; a decir verdad, me entendía mejor con el alemán sin palabras, que con el madrileño que no paraba de hablar.
Trajeron tarjetas nuevas en las que se habían cambiado algunos circuitos integrados; cuando ya habíamos concluido con la sustitución de todos los equipos, les pregunté cuál era la causa de la avería. El comercial empezó a argumentar sobre problemas de temperatura ambiente, que las instalaciones no estaban climatizadas, que si la humedad relativa…
Lo que él no sabía era que yo le había oído hablar en inglés con su compañero y habían dicho que el problema era por un error de diseño, y que hacía que se sobrecalentara uno de los componentes sustituidos. A veces es importante saber inglés, aunque igual interesa no decirlo si no te preguntan.
Ni que decir tiene que nunca se le aceptó una factura que pretendían pasar, por algo que cubría la garantía.
Foto: Interconexión entre Lanzarote y Fuerteventura.
Aprendiendo con las averías - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez