Mestizaje

Sancho cabalgaba en silencio por el polvoriento camino, pensaba que habría marejada, esperaba que a su señor no le provocase un zamacuco tan desigual unión. Pero don Quijote permaneció inmutable cuando le dijo:

«Estimado Sancho, para vencer a la cáfila de gigantes, caballero y escudero tienen que conformar un solo cuerpo. Elogio la decisión de Rocinante, que aunque de estirpe de grandes corceles, en el atardecer de su vida ha tenido a bien renovar la raza con este enlace. Por eso debes consentir maridar mi casto rocín con la estirpe de tu cuadra con esta mula y no un desproporcionado burdégano».   

Solo entonces a Sancho se le disipó la bruma y trotó pletórico por la pradera de la ínsula de sus sueños, San Juan Parangaricutiro.

Mestizaje - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez