Mi experiencia como piloto

No sé muy bien a qué criterios atendían; pero los entretenimientos que teníamos eran diferentes dependiendo de periodos o estaciones determinadas. A veces nos daba por echar el trompo. Otras por jugar al estampido, que consistía en tratar de voltear las estampas golpeándolas con jeito con la palma de la mano.

En otras ocasiones nos echábamos con carros de cojinetes por la acera pendiente abajo. Usábamos la acera porque la calle no estaba asfaltada, y el carro no cogía suficiente velocidad por su superficie irregular.

También había temporadas de cometas. Podría tener la explicación de que esta coincidía con la llegada de los vientos alisios. Aunque nosotros no éramos conscientes de eso, y solo nos acordábamos de ellas, cuando veíamos alguna en el aire que alguien las hacían volar en los barrios vecinos.

Recuerdo que una vez, ayudados por los mayores hicimos una con el papel de un saco de harina, con la estructura de cañas y la cola de retales de tela. Era tan pesada que costó levantarla; pero cuando lo logramos fue muy estable.

Pronto empezaron a aparecer vecinos y transeúntes de todas partes. Contaban sus experiencias con cometas cuando eran niños, de cómo organizaban batallas en el aire y se las derribaban unos a otros. Algunos vecinos entusiasmados nos dieron dinero para que fuéramos a comprar más hilo carreto para hacerla volar más lejos.

Cuando estábamos haciendo cálculo sobre la zona que sobrevolaba, a uno de los mayores se le ocurrió intentar hacer un tirabuzón, soltando y tirando del hilo repetidamente con rapidez. Entonces se partió el hilo y perdimos la cometa. Aunque queríamos recuperarla, estaba tan lejos que era imposible.

Como mismo se aglomeraron ilusionados cuando voló, se dispersaron decepcionados cuando cayó.

Mi experiencia como piloto - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez