Mi primera compra

Él era el más parrandero de mis hermanos. A veces se montaba tenderetes con los amigos en casa.

En esa ocasión, preparando el festín, se percató de la falta no había salami. Entonces me mandó a comprar a la tienda de Francisco Tovar.

Como tenía sólo cinco años, mi madre no me dejaba ir sólo hasta la carretera general. Pero mi hermano me dio dinero y me hizo el encargo de comprar diez pesetas de salami.

Yo corrí sin protestar, siempre deseaba tener la ocasión para sobrepasar los límites territoriales establecidos por mi madre. No en vano ahorra tenía el pretexto perfecto para saltarme las normas.

Me presenté en la tienda y al llegarme la vez, Lolita se alongó en el mostrador y me sacó el pedido con pinzas. Como no lo tenía anotado le dije:

—Diez kilos de salami.

Ella soltó tremenda carcajada, y toda la tienda volteó a mirarme.

— ¿Cómo dices? ¿Diez kilos?

Yo, algo ofendido, le confirmé:

—Sí, diez kilos.

Al abrir la mano y ver el dinero, se rieron todos al tiempo.

El tendero, bastante serio, los mandó a callar y me hizo volver a casa diciendo:

—Si es esa cantidad, necesitaría asistencia para llevarlo de la tienda a casa.

Foto: Mi hermano

Mi primera compra - © - Rito Santiago Moreno Rodríguez